Han pasado casi diez años desde la grabación y recordar aquella época me suscita ideas y sentimientos contradictorios.
Por una parte, la distancia temporal y estilística con Histrión me provoca la sensación de estar ante el trabajo de otra persona.Y así es,si hacemos caso a Heráclito y a su famosa sentencia de que ningún hombre se baña dos veces en el mismo río. El devenir, las experiencias, el paso del tiempo nos convierten en personas distintas a las que fuimos. Tanto es así, que a Fernando Pardo le costó reconocerme en la foto que aparecía en el libreto.
Sin embargo, tras esa primera impresión, me doy cuenta de que hay un fuerte hilo conductor entre Byron y mi presente en la música. Los primeros pasos de Histrión se dieron sobre los cimientos y escalones que quedaron en pie tras la disolución y derribo de aquel primer grupo.
En Byron cometimos errores, la mayor parte de ellos debidos a la juventud y a la falta de madurez, que nos llevaron a la disolución y al desencuentro personal.
Pero también hubo muchos aciertos y buenos momentos. Enrique Ara, Juanjo Grajera, Carlos Soriano, David Ara y yo compartimos y pusimos en práctica ideas y valores que el tiempo ha revelado como válidos, y aún fundamentales, para que un proyecto artístico valga la pena.
Es cierto que el paso de los años nos vuelve más indulgentes con nuestro pasado. Tan cierto como que hubo un tiempo para renegar de dicho pasado, como trance necesario para crear algo nuevo.
Sea como fuere, recuerdo ahora aquella época de mi vida con una sonrisa en los labios y una grata nostalgia.
Byron fue mi primer grupo y es para mí muy parecido a ese primer amor, que nunca se olvida y queda grabado para siempre en la memoria.
